Una lección para José :: Claridad desde la eternidad
Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
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Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo.[...] Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban la muerte del niño" (Mateo 1:20, 2:13, 20).
¿Habrá pensado José en sí mismo antes que en María cuando se enteró de que estaba embarazada? La Biblia no da mucho detalle de su diálogo interno, pero personalmente no creo que haya sido así, pues lo que sí se nos dice es que "era justo" y "no quería infamarla". Su pensamiento estaba en la búsqueda del mayor bien, según su entender, para María.
En nuestros días vemos a tantos hombres que, al enterarse de que su mujer está embarazada, lo primero que piensan es algo como: "Este no es un buen momento, mi carrera está en ascenso" o "Tengo tantos planes y tantas cosas por hacer, ¿por qué me sucede esto a mí?" y algunos otros "razonamientos" como estos.. Otros más ven a sus hijos sólo como "consumidores de recursos: dinero y tiempo" que ellos proveen a regañadientes. ¡Qué cosa!
Creo que José recibió una gran lección en el curso de "Siendo un esposo y padre como Dios manda", en poco más de 110 palabras. Una lección que entendemos aprendió y vivió el tiempo que estuvo sobre la tierra. No sabemos cuando murió, pero algo que podemos ver en las Escrituras, es que sus hijos varones se convirtieron en hombres de bien y que María, fue una viuda cuidada y protegida por ellos. Jesús, hasta el día de su muerte, vio por ella aun estando en la cruz.
Dios hoy desea que nosotros también entendamos la lección: la importancia del amor sacrificial por nuestra esposa; la santidad del pacto matrimonial; la relevancia de la familia; nuestro papel como guías, protectores y proveedores; y la búsqueda continua de la unión y bienestar de nuestra familia.
Suelo decir que, para ser un buen padre se requiere ser un buen esposo; y para ello se requiere ser un buen hijo de nuestros padres terrenales y, primordialmente, de nuestro Padre celestial.
Claridad desde la eternidad: La guía primera y última que necesitamos para ser los varones, los esposos, los padres, los abuelos que Dios desea que seamos, ya está escrita. Pongamos atención a la lección y comencemos por ser buenos hijos del Padre celestial, renunciando a nuestro egocentrismo. Luego, pero de inmediato, podremos comenzar a convertirnos en buenos hijos, esposos y padres.
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