José: Esposo y padre valiente :: Claridad desde la eternidad
"Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo. Y él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto [...] Pero después de muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto, diciendo: Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban la muerte del niño. Entonces él se levantó, y tomó al niño y a su madre, y vino a tierra de Israel" (Mateo 2:13-14, 19-21).
José, el marido de María, se enfrentó a una decisión difícil de frente a la sociedad judía –dejar o recibir a María– y tomó una decisión valiente en obediencia a Dios.
Después, Herodes mandó asesinar a todos los niños menores de dos años y tuvo que huir a Egipto. Seguramente pasaron por su mente asuntos como el temor de ser descubiertos, el peligro del viaje mismo, la llegada a una tierra desconocida sin trabajo ni vivienda y, muy probablemente, sin familia ni conocidos que los recibieran. Aun así, se mudaron a Egipto.
Más adelante, tendría que realizar una mudanza más: de regreso a tierra de Israel, a la región de Galilea, a la ciudad de Nazaret, para iniciar una vez más. Nuevamente un gran reto. Aun así, se mudaron a Nazaret.
En ambas ocasiones, Dios le dijo qué hacer y a dónde ir. Él escuchó y, con todo y la incertidumbre, los temores y las dudas que pudo haber tenido en ese momento, se armó de valor y tomó a su mujer y al niño, y obedeció. Fue un esposo y padre valiente.
Nuestro valor, como padres cristianos, no debe tener como fuente la confianza en nuestras propias fuerzas, inteligencia, conocimiento o experiencia. Nuestro valor debe cimentarse en Cristo y su Palabra; en su protección, provisión y cuidados.
Y, como suelo decir: Ser valiente no significa que no tengamos temor, sino que, aun sintiendo temor, sigamos adelante y hagamos lo que se tiene que hacer.
Claridad desde la eternidad: Haremos bien en escuchar la voz de Dios, desde su Palabra, creyendo que Él tiene el control de todo y va delante de nosotros. Ejercitemos nuestro valor con el ejercicio de la obediencia al Señor.
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