Para que sus propósitos se cumplan
Al hablar de los dones espirituales y repasar la vida de Moisés y de la larga preparación que recibió de parte del Señor en lo que seria su labor con el pueblo de Israel (el líder que guiaría al pueblo fuera de la esclavitud hacia la tierra prometida), podemos entender, entre muchas otras cosas, que no debemos olvidar jamás que el Espíritu Santo nos reparte uno o más dones para servir, ser de edificación y darle la gloria a Dios; de ninguna manera nos otorga estos dones para que los ostentemos como logros o virtudes que nos ponen por sobre los demás hermanos. Los dones son "regalos" pero no para nuestro uso, beneficio y fines egoístas, sino que nos son dados para que entonces el Señor nos pueda usar como instrumentos en la ejecución de sus planes divinos.
Esto lo podemos entender cuando leemos en Éxodo 3:7-8: "Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo". Dios no le dice algo como: "y te he elegido para que los libres de la mano de los egipcios", aunque en un sentido sí lo eligió para ello, no era Moisés quien los libraría, sino que sería solamente un instrumento de Jehová, por eso le dice: "y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha".
Dios no nos necesita, pero nos usa para que sus propósitos se cumplan.
Imagen: Ivy Nichols
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