Estoy bien, ¿o no?
Muchas veces sentimos que estamos bien. Hay varias cosas que estamos haciendo bien, obedeciendo a Dios y sin problemas con otros. Y de repente, alguien nos hace notar que hay algo que no anda muy bien. Hay un asunto, una circunstancia, una relación, un hábito, un deseo que no se ajusta a la voluntad de Dios. Pero, ¿por qué preocuparnos? Estamos bien en casi todo lo demás de nuestra vida, ¿cierto?
¿Cierto?
No. Falso. Estamos en desobediencia.
"Pues si ustedes cumplen toda la ley de Dios pero la desobedecen en un solo punto, son culpables de desobedecer toda la ley" (Santiago 2:10, PDT).
¿Qué hacer?
"Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9, RV60).
¿Y ahora?
"Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos" (1 Juan 5:3).
Nunca seremos perfectos aquí en la Tierra, pero cada vez que seamos encontrados lejos de la voluntad del Padre, es necesario reconocerlo con humildad, confesar nuestro pecado y corregir el rumbo, pidiendo al Señor de su gracia para lograrlo.
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