Prosigamos a la Meta, sí pero, ¿cómo?


Proseguir a la meta no es una cuestión de fijar objetivos y estrategias, es un asunto de caminar en la dirección correcta.

"si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra" (2 Crónicas 7:14).

Este versículo tiene una estructura condicional que contiene una condición “probable”. Se cumplirá lo que la frase principal establece (ser oídos, perdonados y sanados) siempre y cuando se cumpla la condición impuesta (humillarnos, orar, buscar el rostro de Dios y convertirnos de nuestros malos caminos).

El orden que aparece en las acciones no es una “casualidad”. Para orar en el espíritu correcto, es necesario humillarnos primero.

Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, "humillar" significa “inclinarse o doblar una parte del cuerpo, como la cabeza o la rodilla, especialmente en señal de sumisión y acatamiento”. Así que humillarnos no significa que alguien viene y nos menosprecia y nos “hace menos”, no, es una acción voluntaria: nosotros decidimos ser sumisos y obedientes a Dios, reconociendo quién es Él y quiénes y qué somos nosotros.

Entonces podemos acercarnos en oración, humillados, sabiendo que agradeceremos y pediremos con un corazón correcto delante de Dios. Y al orar así, crecerá nuestra sed por conocer a Dios cada vez más. David expresó esto en el Salmo 27. Él oraba, clamaba a Dios y Dios le dijo que buscara su rostro:

"Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo; Ten misericordia de mí, y respóndeme. Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová" (Salmos 27:7-8).

Buscar su rostro es querer saber cómo es Él para entonces, buscar ser como Él es, como Cristo es. Y al hacer esto, conocer a Dios, orar constantemente y venir humillados delante de Él, estaremos dando la espalda a cualquier vereda equivocada que transitemos; nos convertiremos de los malos caminos en que andemos.

Dios nos promete escuchar y perdonar nuestros pecados. Y nos dice que sanará nuestra tierra. Sí, podría bendecirnos materialmente, podría sanar la tierra de nuestra patria, claro pero, ¿qué salud, “sanidad de nuestra tierra”, sería más grande que el ver nuestras vidas caminando en santidad y a nuestra simiente, nuestra descendencia, los nuestros, a los seres amados, caminando a nuestro lado, siguiendo a Cristo?

Como personas, como familias, como pueblo de Dios, humillémonos delante de Él, oremos sin cesar, busquemos su rostro, su voluntad. obedezcamos su Palabra y dejemos todo, todo, todo pecado atrás.

A eso se refería Pablo cuando decía: Prosigo a la meta.

¡Prosigamos a la meta!

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